sábado, 16 de mayo de 2009

La manzana, una fusión urbana y arquitectónica

El arquitecto Tony Díaz acaba de completar su última obra en Madrid. Es un conjunto de viviendas que se desarrolla en una manzana cerrada y rescata la relación con la calle.

>>> La arquitectura y la ciudad son la misma cosa, no se puede hablar de qué arquitectura queremos si no tenemos una idea de la ciudad que queremos". Para el arquitecto argentino Antonio "Tony" Díaz, que emigró a España en 1989, no es posible separar una de la otra. La ciudad es el reflejo especular de la arquitectura, el colectivo donde se ven los efectos de cada decisión que se toma a nivel individual. Y su obra más reciente es un fiel reflejo de esa noción de urbanidad que ha guiado su carrera a lo largo de más de 30 años.
A fines de 2008 finalizó la construcción de uno de sus proyectos para el programa de construcción de vivendas 106 VPO (Viviendas de Protección Oficial). El plan del cual forma parte el proyecto de Díaz se llama Ensanche Sur y es un crecimiento entre la ciudad de Alcorcón y la Autopista M50, una de las que rodea a Madrid y sus municipios vecinos. El conjunto forma parte de un sector conocido como Primera Fase y que comenzó en 2006.

La propuesta, una manzana de 80 x 80 metros construida en todo su perímetro a la que se puede ingresar tanto desde un patio central como desde la vereda, revisita una de las ideas que ha defendido a lo largo de los años: la relación con la calle y la ciudad.
Debido a que la traza del ensanche se había hecho en base a manzanas regulares, Díaz decidió mantener ciertas convenciones que considera fundamentales a la hora de construir esta tipología. "Si nos obligan a usar manzanas hay que respetar ciertas leyes, y esas leyes son entrar desde afuera y completar el límite físico de la construcción", explica el arquitecto.

En el caso de Alcorcón, planteó ingresos principales al patio central en las esquinas. A través del acceso SO se entra por un pórtico en doble altura y por el NE se ingresa por uno más chico. También dispuso de accesos individuales a través de halles pasantes que permiten ingresar a las viviendas tanto desde la calle como también desde el patio central.
Todas las viviendas son similares: tres dormitorios, dos baños, cocina y sala de estar, con una superficie aproximada de 90 metros cuadrados. Las únicas distintas son las que se encuentran sobre la esquina SO, ya que por una imposición del plan es curvo y son más grandes por una necesidad geométrica. El edificio tiene dos subsuelos dedicados a cocheras y a bauleras (una por cada vivienda).

El ingreso SO fue el más complicado de solucionar ya que se producía un encuentro de diferentes tipos de construcción que había que resolver: el vacío de acceso al patio central, las viviendas en puente con la sala de máquina de la última planta y la recova comercial de la fachada Sur, que debía tener un caracter significativo frente a la gran avenida sobre la que se encuentra.

La cuestión central era poder liberar a los pisos inferiores de la estructura superior. De esta manera se podía crear el vacío para el acceso y liberar el diseño de la recova de imposiciones estructurales. Para ello se optó por una viga de transición que recibiera a las columnas y de esa manera liberar el frente comercial.
A su vez, el patio central es un lugar verde sin ningún compromiso funcional previo. Esa ambiguedad hace que sus opciones sean infinitas. "Podría convertirse inclusive en un bosque de árboles", se ilusiona Díaz.
Es interesante notar que el conjunto se construye sin ninguna estética especial de diseño. Ni siquiera en las esquinas donde fue necesario ensayar soluciones distintas al resto. No hay un interés por desarrollar una estética particular y las formas resultantes provienen de la unión de las diferentes fachadas entre sí. Las plantas se pueden adosar de una forma mecánica una a la otra, lo que permite que el edificio pueda tener la cantidad de pisos que necesite. "En el fondo, esta manzana se contruye como la ciudad de todos los días, pero no tratando de imitar lo que ya fue hecho sino de recuperar los mecanismos con los cuales se hizo", reflexiona el arquitecto.
De esta manera, las fachadas tienen diferente color, diferentes alturas, distintos tipos de ventanas e inclusive los materiales utilizados son los que se encuentran en el mercado. Hay dos tipos de ventanas: una cuadrada con un antepecho normal y unas ventanas largas donde el antepecho es una baranda. "Se busca el realismo de la ciudad existente", cuenta Díaz.
El proyecto de Alcorcón es, según las palabras de su autor, la obra más madrileña que ha hecho hasta ahora. Sin embargo reconoce que la estética resultante de su conjunto tiene inocultables referencias a su obra argentina. "El tema de la fachada me viene de Buenos Aires pero no es que quiera hacerlo así, tiene que ver con mis experiencias pasadas , las viviendas de Río Cuarto, el barrio Santa Fe y eso se mezcla en una síntesis que a la vez es bastante madrileña", detalla Díaz.

El trabajo para el estudio Díaz del Bo y Asociados en Alcorcón no ha finalizado. Todavía faltan completarse dos obras más dentro del Ensanche Sur: una manzana con tres tiras de viviendas en bloque que se completarán a mediados de este año y un conjunto semi abierto, con forma de U, que se prevé terminar a principios de 2010.
A pesar de la gran experiencia que Díaz ha tenido con los conjunto sociales y la defensa que ha hecho siempre de este esquema, no está de acuerdo con que el Ensanche Sur se haya hecho en base a esta tipología: "en Argentina y en Buenos Aires la manzana es la cultura misma, está por encima de la urbanidad y por ende es la solución más lógica, acá la cosa es mucho más compleja".

La nueva urbanidad
La necesidad de recuperar la relación con la calle ha sido central a lo largo de toda su obra. Sin embargo, Díaz cree que la urbanidad del siglo XXI ha trascendido ya esa discusión y se ha complejizado de una manera que ya no es posible reducirla a una sola cuestión.
"El tema de la ciudad ya no es más el de la calle como en el siglo XIX, sino que ahora hay tejidos más compuestos y si encima se le agrega a eso la intención de que desaparezca el transporte en auto estamos frente a un panorama mucho más complicado; ahora hay tejidos comerciales que producen un tipo de relación distinto que no tienen ni la ciudad de calles ni la moderna", explica Díaz.
La solución que propone el arquitecto argentino para este nuevo escenario urbano no es más complejidad sino simplicidad: hacer buena arquitectura. "Para ser buenos arquitectos no basta solo con hacer volúmenes lindos o coloridos sino hacer algo que tenga que ver con la vida, con la gente".Entre los planes más inmediatos del arquitecto figura una visita a la Argentina. En abril brindará una serie de charlas en la Sociedad Central de Arquitectos y en la Facultad de Arquitectura de la UBA donde hablará sobre la manzana como una forma de la ciudad, los crecimientos desiguales y la vivienda pública. Temas que lo han desvelado y lo siguen movilizando hasta el día de hoy.


Por: Felipe Gallego

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