martes, 2 de junio de 2009

Por: Cindy Palacio

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Por: Cindy Palacio

Los Elementos tipológicos y morfológicos de la definición del Espacio Urbano “La comprensión de espacio urbano prescindiendo de criterios estéticos, exige la consideración, en cuanto a tal espacio urbano, de todo tipo de espacio intermedio entre edificios, tanto asi que trata de áreas urbanas como rurales.


Para que un espacio sea urbano no es necesario que este ubicado en la ciudad, la definición geométrica de este espacio depende varias veces del envolvente de las casas. En este espacio la relación espacio interior / espacio exterior se presenta conjuntamente, ya que están . El interior es el protegido contra la temperatura y es símbolo de privacidad, el espacio exterior es un espacio de movimiento con zonas públicas, semi-públicas y privadas. En el espacio urbano nos encontramos con dos elementos básicos La calle y La plaza. Se distinguen por sus espacios interiores, los cuales corresponden a los pasillos y a las habitaciones. Con respecto a formas espaciales presentan las mismas características geométricas. Tambien se distinguen por las dimensiones de sus desarrollos de pared y en la especificidad de sus características funcionales y de su circulación.

La plaza
Es la primera creación humana de espacios urbanos, es la agrupación de casas alrededor de un espacio libre, permite un máximo de control publico en el espacio interior, debido a su amplitud se convirtió muchas veces en un portador de un contenido simbólico y se aplico a la construcción de templos.

La calle
Es la que organiza la distribución de terrenos y comunica cada una de las propiedades. Dada su estrechez crea un ambiente de tráfico y rapidez. “En la calle la arquitectura solo se percibe de forma casual” Como la calle es un espacio de circulación y raras veces aparece como espacio aislado e independiente, ayuda a que las personas que habiten estas calles perciban los entes arquitectónicos con mas facilidad, pero así se percibe casualmente, para percibir la Arquitectura realmente es necesario vivirla, experimentarla. Funciones características de espacios urbanos: Todas las actividades realizadas en una ciudad ocurren tanto en zonas privadas como publicas.

EL ESPACIO PUBLICO

Por: Felipe Gallego
Silvia Portíansky - Arquitecta

PRIMERA PARTE

LA CIUDAD COMO TOTALIDAD COLECTIVA

"Con el surgimiento de la industria, los campos se han despoblado mientras se operaba un gigantesco desarrollo de las ciudades.
Como la concentración ha tenido lugar en el centro de las ciudades, han sido erigidos, sobre la planta baja de las casas de la época del caballo y la carreta de bueyes, siete u ocho pisos, llenándose los jardines de edificaciones igualmente elevadas. Las ciudades, donde ha aparecido el automóvil, se han convertido en desiertos de piedras y asfalto. En medio del ruido y del fastidio, las condiciones naturales quedan abolidas, olvidadas." 1
En los últimos tiempos se ha inquirido con frecuencia acerca del carácter actual de los espacios públicos, su significación, su estado de degradación, situación de la que no podríamos hablar sin considerar a la ciudad misma en toda su dimensión puesto que el espacio público es inherente a la concepción misma de la ciudad.
De hecho, el ambiente, el clima urbano que se vive en una ciudad es aquel que se percibe desde sus espacios públicos, y éstos, son en parte consecuencia (contracara, fondo, remanente) del escenario urbano construido que los define y contiene; de su totalidad.
La ciudad como hecho colectivo es el lugar por excelencia de intercambio y encuentro de sus ciudadanos y visitantes particularmente en sus espacios públicos, los cuales comenzaron a materializarse y modificarse desde el comienzo en los procesos de socialización del hombre y la especialización progresiva del trabajo a lo largo de la historia.

ESPECIALIZACIÓN DE USOS Y ESPACIOS

En las aldeas primitivas, la vía pública, que enlazaba chozas, una incipiente ágora y lotes de cultivo, no tenía una función muy definida oficiando también de lugar de juego y reuniones sociales.

La especialización y las demandas de uso posteriores generaron la diferenciación de los espacios, tales como aquellos vinculados a la aparición del cultivo de cereales, el arado, el telar, la acumulación de excedentes y la necesidad de intercambiarlos, dando lugar a la manifestación física de tales necesidades de uso registradas. Se agregaron entonces, al espacio rústico de la aldea primitiva: el palacio que en principio hacía las veces de cuartel, administración y tribunal, el templo oficiando en principio como lugar para culto y mercado, con las particularidades propias según las culturas de que se tratara.2

"Con posterioridad las funciones de intercambio son ubicadas fuera de los recintos sagrados, en lugares abiertos provistos de puestos provisionales durante los días de feria o en recintos cerrados al costado de ciertas calles. Los lugares abiertos y comunes, como calles y plazas, dejan de ser meros espacios residuales entre viviendas y adquieren formas y usos más definidos alrededor de las cuales se alinean las construcciones cerradas.
La calle, como conector de las distintas partes de la ciudad, juega un papel clave en su diferenciación.3

El uso intensivo a que estos espacios abiertos y públicos (comunes) fueron demandados motivó diversos tipos de solución: desde la segregación espacial de actividades que resultaban incompatibles con otras, a través de la construcción de mercados, por ejemplo, para un uso especializado, hasta la segregación temporal de las demandas conflictivas promoviendo usos alternados de los espacios, tal como la alternancia del uso diurno de las calles para peatones y nocturno vehicular en la Roma de Julio César, o la organización de ferias semanales en la Edad Media, situación que se tornó más frecuente cada vez a partir del período de industrialización de las ciudades con producción fabril en gran escala, avances tecnológicos en la producción y el transporte, concentración urbana de la población, especialización del trabajo.


TUGURIZACIÓN DE CENTROS URBANO

Las sociedades feudales se diluyen bajo la presión del capitalismo mercantil y las ciudades requirieron espacios para usos especializados tanto al nivel de producción, de infraestructura como de esparcimiento. Surgieron baños, transporte colectivo, calles, parques, que sin embargo no dieron abasto frente a la demanda del explosivo crecimiento demográfico y migratorio, ni a la necesidad de espacios especializados y de tiempos para su uso. Así, el espacio físico y el tiempo en la ciudad se convirtieron en dinero.
El espacio urbano resultó insuficiente en función de la demanda, se alteraron los códigos vigentes en las ciudades medievales vinculados a la construcción, se desarrolló un proceso inmobiliario de especulación que elevó el costo de la tierra, aumentaron las alturas de edificación, las viejas casas se subdividieron en un proceso interminable de tugurización, las áreas abiertas comenzaron a desaparecer y los centros urbanos se convirtieron en ambientes degradados, contaminados y caóticos, con usos superpuestos ante la imposibilidad de ordenarse debido a la escasez de espacios.

LAS PROPUESTAS DE ORDENAMIENTO URBANO

Frente a esta situación generada en las ciudades durante más de cien años producto de la industrialización, surgieron propuestas tendientes a revertir el caos del ambiente urbano.
Una de ellas, se orientó a generar ciudades jardín, satélites de las grandes urbes que garantizaran el descongestionamiento de los centros como instancias combinadas entre el campo y la ciudad. 4

Otra, se dirigía a zonificar el uso en las ciudades según funciones básicas: trabajar, habitar, recrearse y circular, con espacios nítidamente diferenciados para cada una de las funciones: áreas de habitar, áreas de trabajar, de recrearse, enlazados mediante amplios espacios verdes que pretendían introducir el campo en la ciudad, transitables para el peatón, con la aparición de vías elevadas para el paso del automóvil.

A la confusión y el problema de la ciudad industrial se oponía el orden como solución proponiendo segregar: para cada actividad del hombre un espacio determinado y especializado, modalidad que se difundió durante varias décadas. 5

Sin embargo, las soluciones discriminatorias de este tipo, que miraron la ciudad desde su aspecto funcional, con resultantes ordenadas pero aburridas (igualmente contaminadas) y carentes de vida urbana, no lograron dar respuesta a las necesidades de sus ciudadanos y entraron en colisión con la vida real del hombre quien transcurre en permanente combinación de actividades no segregadas. Por otra parte, tampoco lograron su cometido de descentralización, las ciudades crecieron hacia los suburbios provocando el empobrecimiento de la vida ciudadana y el proceso urbano continuó en aceleración.
En definitiva, las ciudades hoy han ido perdiendo entidad a medida que procesos inmobiliarios, económicos, político administrativos, productivos accionaron sobre su forma y tipo de crecimiento a punto tal que la regulación urbanística también ha centrado su atención en la relación entre la ocupación privada del territorio y el resto o espacio sobrante.

CARÁCTER DE LOS ESPACIOS PÚBLICOS

Curiosamente, los espacios públicos, por lo general los abiertos, que resultan como decíamos del remanente-sobrante que deja de lado el crecimiento de las estructuras urbanas (su contraforma), pueden convertirse en el instrumento para el ordenamiento de las ciudades a través de su reconstrucción y recualificación.

Esta conceptualización tiende a la idea de que el espacio abierto, concebido como un sistema, permite jerarquizar el territorio y diseñar su crecimiento.
En el territorio cultural, este sistema se compone de una variada gama de espacios de diversa definición: usos tamaños, proporciones, tratamientos, características naturales y grados de culturización, etc. constituyendo los que conforman los recursos espaciales y de uso disponibles para la vida social: plazas, calles, parques, etc.

"De la lectura de los mapas de ciudades que se han ocupado de sus espacios públicos -Barcelona, Washington, Mendoza en Argentina- se puede verificar que son éstos los elementos que tienen la capacidad para recomponer una lectura unitaria de la ciudad y de dotar de contenido urbano a las zonas más desestructuradas." 6

Enlazando la capacidad instrumental que estos espacios pueden tener como sistema para el ordenamiento de la lectura unitaria de la ciudad, con los conceptos del comienzo del texto que plantean que la captación - percepción espacial de la ciudad es posible a través de sus espacios públicos y que éstos, son en parte consecuencia del escenario urbano construido que lo define y contiene, podemos fortalecer la idea de ciudad como totalidad con que comprendemos el hecho urbano, donde el espacio público es inherente a la concepción misma de la ciudad, y es a su vez como sistema el que permite la percepción de la ciudad y la herramienta capaz de ordenarla.
Si bien el hombre construye espacios privados para vivir en su interior, la vida humana no se desarrolla exclusivamente en los interiores de los edificios. El hombre construye objetos dentro de los cuales transcurren sus actividades. Son cajas que pueden llamarse casas, edificios para oficinas, fábricas, escuelas, clubes, hospitales. Sus interiores responden a las necesidades planteadas según su función: habitaciones, laboratorios, aulas, volúmenes de espacio. Esto no se percibe desde el exterior. Desde el exterior observamos el objeto, sus caras externas. La suma de objetos de este tipo en forma más o menos continua, genera espacios exteriores como contraformas. 7

En los núcleos urbanos éstos son los espacios públicos abiertos, calles, plazas y parques.
Tanto el interior de las cajas, como el exterior, están vinculados a los espacios, pero son los espacios construidos los que en su articulación generan los espacios abiertos, los definen y contienen.
Los diferentes modos a que recurre esta articulación producen calidades espaciales diferentes en términos de paisaje, impacto visual y actividades: desde calles definidas como largos corredores, secuencia de edificios uno al lado del otro, por lo general muy altos que sólo pueden dar respuesta a las necesidades del flujo vehicular o un mero desplazamiento peatonal, hasta la propuesta más atractiva de generar remansos mediante una organización de edificios variada, contrastes entre llenos y vacíos, espacios de transición, etc., donde el estar y el encuentro constituyan una alternativa posible.
Por cierto, también existen espacios interiores que, tanto como los exteriores, proponen ámbitos con características físicas aptas para convocar, realizar espectáculos, incluso manifestar, pero sólo los espacios públicos exteriores garantizan este encuentro colectivo, con carácter libre y gratuito, para la gente, espontáneo, desordenado y simultáneo.


SEGUNDA PARTE

EL SENTIDO DE LUGAR Y PERTENENCIA

Circular por una vereda, llegar a una plaza, ver asomar una torre, doblar la esquina, descubrir nuevos edificios y calles, encontrar el edificio cuya torre asomaba, mirando con intención, genera en el observador empatía con el medio que lo rodea. En una ciudad de fundación lejana en el tiempo, por ejemplo, la yuxtaposición de lenguajes, estilos, escalas propias de sus diferentes períodos de vida, todo en forma simultánea y mezclada producen el atractivo de descubrir y el inicio de la complicidad que se produce entre sujetos y objetos, complicidad en que la variedad de los espacios, admite variedad de actividades.
En este encuentro se establece una relación singular entre el lugar físico: sus formas, colores, olores, proporciones, temperatura y sus habitantes: la capacidad de percepción, sus conocimientos previos, la cultura a que pertenecen, su situación social, las condiciones económicas. Esta relación da sentido al lugar, sentido que dependerá de sus condiciones físicas y de las condiciones del observador. Cuanto más claramente pueda reconocerse el lugar, dónde está, cómo es, qué significa, qué representa para cada individuo y la comunidad, más fuertemente se estrechará el vínculo generando identidad y pertenencia.


Aproximación 1 Aproximación 2 Aproximación 3


EL ESPACIO PÚBLICO HOY
En el diario transcurrir, el hombre necesita tener noción de su posición con relación a lo que lo rodea, necesita tener sentido del lugar que le permita reconocer su pertenencia. Este sentido de pertenencia, identidad es compartido con los demás y en todas partes. Pero, en el vertiginoso cambio que se ha producido en los centros de las ciudades contemporáneas, el hombre choca con lo que lo rodea y no le es familiar.
Las modificaciones producidas han sido tan sustanciales en algunos casos (en el marco de las ciudades latinoamericanas) que interrumpieron la comunicación normal entre los espacios públicos y su comunidad: Crecimiento en altura desmedido con importantes densidades en horas pico y vaciamiento posterior; ritmo acelerado de la actividad, alto tránsito y velocidades, retiro de árboles para acceso a cocheras o pérdida de especies por falta de renovación; tendencia a la tugurización del centro y suburbación de la periferia; privatización, segregación, descuido, inseguridad y abandono.
La tendencia a la privatización y segregación, aislamiento por inseguridad de algunos sectores de la comunidad haciéndose eco de una concepción privatista de la vida urbana, no sólo ha contribuido a mermar la participación del espacio público en la conformación de una identidad colectiva de los residentes sino que ha aumentado, por su vaciamiento su inseguridad, perdiendo por ende su significación.

En esto, resultamos responsables todos los actores: desde la reacción de los planificadores que llegan con normativas a rezago de estos cambios, cuando en realidad debieran anticiparse; la gestión pública que escasamente se hace cargo de estos espacios; la imposición de privilegiar el dominio del vehículo por sobre los peatones privando el desarrollo de actividades propias de lugares como plazas y parques simplemente porque en estas condiciones resultan inaccesibles; las comunidades que consideran que estos espacios son patrimonio del Estado y no reconocen su propia participación en el diario "hacer" ciudad, a la espera de que la gestión se haga cargo del cuidado; los años de dictadura que coartaron el ejercicio del uso de los espacios comunes; las leyes de mercado, las presiones inmobiliarias que invariablemente han especulado en soluciones de beneficio privado a expensas del espacio público.

La importación en los últimos años de soluciones internacionalistas que instalan el shopping como alternativa a la ciudad, ha resultado una nueva modalidad que, a la manera de las propuestas de ordenamiento urbano ante el caos de la ciudad industrial, se postulan como solución global, siempre igual, para cualquier lugar del mundo: orden ante la confusión en la ciudad, amenazando el espacio de nuestras ciudades que aún en la dificultad expresan cualidades propias vinculadas al sitio y a su tiempo (lenguaje arquitectónico, textura, color).
Así, el shopping, siempre iluminado, bien equipado, es seguro. Sus calles (pseudo) garantizan comodidad al peatón que circula para comprar: Allí no hay humo, olores, ni ruidos o personas molestas; reproducen imágenes del equipamiento y la vida de la calle exterior con faroles, bancos, hasta árboles, pero artificial.

Mientras este modelo de privatización se reproduce y es aceptado en el mundo aumentando la concentración del espacio comercial, la calle real se vacía y su economía pequeña desaparece.
El espacio público que se materializa con la edificación del entorno, se sostiene con su calidad ambiental y usos, los cuales deben estar garantizados por la gestión pública y la comunidad que se apropie de él, aún en su confusión rica y desordenada, expresión de la convivencia.
Debemos volver al uso de las calles y plazas, al encuentro colectivo, a la expresión pública para resignificarlos, dotándolos de una nueva significación, en la convicción de que en ese uso que será frecuente, constante e intenso, el espacio volverá a ser seguro..
La comunidad en el ejercicio de sus derechos para desarrollar una vida digna, de calidad, podrá canalizar a través de las autoridades que la representan la petición de garantizar la democratización del uso de los espacios, su mantenimiento y una legislación que privilegie al bien público por en encima del interés privado.
Los espacios públicos legítimos, aquellos que son producto de sus residentes, de imagen propia a lo largo de sus tiempos, necesitan de la comunidad que se apropie de ellos.
En el mejor sentido, la comunidad que se apropia del espacio público de su ciudad, lo cuida y transforma como propio.



Arq. Silvia Portiansky