lunes, 8 de junio de 2009

LA CIUDAD PARA PEATONES

Publicado por: Andrés Correa

“Es sorprendente que, cuanto mas libremente se mueven los hombres en el espacio e incluso van de paseo a la Luna, menos capaces son de estructurar su lugar de vida en común –la ciudad- de manera que se convierta en una ´patria`. La técnica y el progreso – ambas fuerzas principales para la conquista del espacio – ambas han fracasado en la adaptación de la ciudad a los deseos y necesidades del hombre. Alguna vez creímos (y algunos aun lo creen hoy) que la ampliación, la aceleración, simplemente ´lo mayor`, podía identificarse con ´lo mejor`. (…)
¿Es acaso la ciudad para peatones la respuesta a todos los problemas? De ninguna manera. Sin embargo nos muestra un nuevo camino, liberarnos de la súper-tecnificación, de la idea de una movilidad sin barreras y de la velocidad. Es la posibilidad de alcanzar, de nuevo, una vida agradable en la ciudad.”
La ciudad que dejó el movimiento moderno es una ciudad funcionalmente correcta, en la que los componentes son claramente definibles y actúan por relación. Pero la morfología urbana resultante ha sido objeto de crítica en los últimos años. Se ha señalado cómo la urbanística racionalista del movimiento moderno concibió los bloques de vivienda en altura para liberar el suelo, para dar paso a jardines y hacer de la ciudad un parque, pero resulto que en esta concepción se destruyó la forma urbana, la configuración (y por consiguiente, la lectura) de la calle y de los espacios públicos. La ciudad perdió su capacidad significante y potenciadora de relaciones sociales. No toda la ciudad moderna fue hecha así, pero la disolución de la forma afectó la concepción de la ciudad, la cual se redujo a un problema de trafico y de disposición de bloques de edificios en serie: se pensó tan solo en las infraestructuras viales y nunca en el peatón, pues pensar en el era retrógrado y contrario al desarrollo tecnológico del momento.
Mas aún, la ciudad moderna no propició la construcción y el goce del espacio publico. El movimiento moderno lo concibió como un vacío informe circundando los edificios, destinado a contener las circulaciones vehiculares, sin asignarle en ningún caso una forma legible, por lo cual se hizo algo que no abriga, ni acoge, ni mucho menos configura recorridos.
En efecto, la necesidad de transportarse a grandes distancias en breves periodos de tiempo, generó que el hombre se aislara del entorno urbano en su vehículo. La ciudad se convirtió así en un conjunto de imágenes creadas por la perspectiva del vehículo, apenas usadas como ubicaciones. La ciudad como experiencia sensorial es inexistente, lo que acentúa la sensación de fragmentación del entorno urbano.
El hombre, como ser social en búsqueda de experiencias y encuentros, abandona los espacios de la ciudad en aras de la inmediatez que representan las nuevas formas de comunicación, en especial las virtuales. La ciudad esta perdiendo clientes. Y por muy paradójico que resulte, la solución para contrarrestar esta tendencia a despoblar la ciudad es recuperar sus orígenes, “hacerla nuevamente vivible, recorrible, amigable al ciudadano”.
Sin embargo, es un error pensar la ciudad como escenario exclusivo de los peatones. Una vez que se reconoce la ciudad como escenario múltiple, es necesario pensar en la coexistencia del peatón y el vehículo en el entorno urbano, la suma de múltiples velocidades que generan la complejidad del espacio público. Una estrategia contemporánea y eficaz sobre el espacio público deberá ocuparse de las relaciones entre vehículos y peatones con el fin de generar el máximo de situaciones, añorando la capacidad natural de la calle de congregar a los individuos, pero maximizando la riqueza de situaciones que se presentan en la convivencia de peatones y vehículos en el tejido urbano.
Cuando se piensa en la ciudad para peatones se piensa en los encuentros masivos de todo tipo, en configuraciones y diseños que inviten al disfrute del peatón, en la que este tiene prioridad sobre el vehículo. No se trata de vías exclusivamente peatonales, pero si de trafico vehicular controlado, de forma que se reconozca la calle como espacio público peatonal, que se acepten las posibilidades del sistema vehicular y peatonal, así como su potencialidad de ser “estructuras interactivas en la gramática de la construcción de la ciudad”.
La calle, adaptada a la escala humana, se constituye en elemento fundamental de interacción de los habitantes de la ciudad, entendiendo la calle no desde una perspectiva puramente funcional, sino con todos los matices que la vida social connota, incluyendo el hecho de identificarse plenamente con la ciudad por medio de los lugares que se (re)conocen a través de loa recorridos. Propone la calle como el espacio publico por excelencia, donde la vida urbana juega con todas las manifestaciones y mezclas propias de la ciudad. La ciudad para peatones es una ciudad de calles, y en consecuencia, de plazas.

La Ciudad Seductora




Urbanista Douwe Wieberdink

Por: Vanessa Carmona Berrío
Por miles de años el mundo se ha estado urbanizando. En la segunda parte del siglo, sin embargo, la población ha crecido más que en todos los años previos. Hoy hay más de 20 regiones de mega-ciudades con más de 10 millones de habitantes y casi 450 regiones con más de un millón de habitantes.
La predicción es que dentro de un año habrá más habitantes dentro de las regiones urbanizadas que en las zonas rurales. La mayoría de estas zonas están en América del Norte y del Sur. Por esta razón, estas regiones tienen el desafío de organizar sus ciudades de tal forma que toda la población (más del 80% vive en zonas urbanizadas) viva en coexistencia sin perder el control de la planificación física y económica. No obstante, para organizar, el gobierno tiene que saber qué tipo de gente viene a la ciudad y por qué. Algunas ciudades tienen más éxito en urbanizarse ordenadamente que otras, pero los contextos y desafíos varían también. Una ciudad tiene que acomodar a los inmigrantes de las zonas rurales y al mismo tiempo ser atractiva para la inversión y tener gente con una educación alta. Con frecuencia, esta diversidad en la población es coherente con la composición étnica y racial, sin olvidar las diferencias en edad, educación y mediación de trabajo.
Evidentemente, una ciudad prefiere obtener prosperidad económica, pero no podemos olvidar la realidad de que la mayoría de ciudades son más atractivas para la gente en zonas rurales, sobretodo en países en desarrollo. Hay muchos factores claves que influyen en que ellos quieran mudarse a las ciudades. Destacando entre otros, la violencia e inseguridad, la decadencia del agro y el cambio climático. Además de eso, la gente de las zonas rurales es influenciada a migrar, al tomar conocimiento de experiencias exitosas de otros inmigrantes, que lograron en la ciudad bienestar económico y mejor calidad de vida. Pero la realidad es que la mayoría de los inmigrantes viven en los pueblos jóvenes de las periferias, sin agua potable, casa propia, educación o sanidad pública.
Ahora sabemos que es imposible parar la corriente de inmigración a las regiones urbanas. Por esta razón, las ciudades tienen el desafío de convertir su región en una zona de esperanza y posibilidades. Las posibilidades deben ser entre otras, educación, mejor sanidad pública, posibilidades de escapar de la pobreza y luego también del aislamiento social y político.
Una ciudad no siempre considera este aspecto de la planificación urbana como una prioridad, ya que resulta caro y no siempre genera resultados directos. Sin embargo, si una ciudad sabe cambiar su dinámica en una conducta positiva, la ciudad será atractiva para los inversionistas multinacionales, y más importante hoy, para los turistas. Para atraerlos, una ciudad (o país) puede bajar sus impuestos, honorarios mínimos y estándares ambientales. Eso puede mejorar nuestra economía, sin embargo ¿mejora nuestras condiciones de vida también? Si una ciudad hace eso, la ciudad tendrá problemas con organizaciones internacionales del medioambiente y derechos humanos. Además, cada vez menos gente quiere vivir en una ciudad que no respeta estos estándares. Entonces, ¿qué podemos hacer para hacer una ciudad más atractiva?
Hay algunas variables obvias que una ciudad necesita para ser atractiva. Para las personas, la primera cosa que llama la atención es la situación física; los edificios, las calles, el verde, espacios públicos, etc. Por ello, éste es el factor más importante para los visitantes. Además, otros factores importantes son los servicios públicos, el transporte público y la existencia de tiendas y centros comerciales son cosas que la gente nota si se están en una ciudad un poco más de tiempo.
Otro factor importante para hacer una ciudad atractiva, o más atractiva, es la seguridad social. Cuando la gente está en la calle, quiere sentirse segura. Ellos no pueden sentir en cada momento que le pueden robar o tener un accidente de tránsito. Para llegar a eso, una ciudad tiene que ser abierta y luminosa con suficiente gente en la calle las 24 horas del día. Tenemos que evitar zonas cerradas y paredes altas alrededor de los edificios. Además necesitamos suficientes espacios públicos donde la gente puede relajarse.
Aunque estos factores son importantes para hacer una ciudad atractiva, eso no es suficiente para hacer la ciudad seductora. Para hacer eso, se tiene que buscar algo en que la ciudad sea muy especial, y que otras ciudades no tengan. Aquí podemos distinguir lo que es seductor para las empresas y lo que es seductor para la gente.
Una empresa puede encontrar las mejores condiciones para ofrecer sus servicios en un centro regional, un aeropuerto internacional o recursos naturales, pero puede encontrar dificultades para atraer a sus empleados, justo porque las condiciones de la vida no son buenas. Claro, una empresa puede subir sus honorarios, pero podría ser más inteligente buscando una ciudad que tenga algo de lo que sus empleados quieren. Así los empleados son más felices y la empresa baja sus costos. Ahora más y más gente con una alto nivel de educación quiere un ambiente donde pueda recrearse, relajarse y disfrutar de su ambiente.
Para la gente, la ciudad puede ser más seductora cuando encuentra algunas condiciones socio-culturales, un buen clima, centros culturales, un río bonito o un centro histórico atractivo. Ahora, una ciudad con respeto de sí misma intenta seducir empresas y gente. Las ciudades quieren ser capitales de varios cosas; cultura, deporte, cine, creatividad, educación o hasta ser la capital del aire limpio como Beijing pretende serlo en las próximas olimpiadas. Las ciudades rivalizan para seducir gente con un alto nivel de educación para que ellos quieran irse a su ciudad. La una imagen es aun mas bonita que la otra, pero el verdadero inconveniente es que la mayoría de los nuevos no son la gente con una educación alta sino gente con mala educación quienes llevan nada más que pobreza. ¿Y cómo una ciudad puede ser seductora y convivir con la pobreza? Una ciudad tiene que desarrollar e implementar un adecuado plan para aprovechar lo existente y adquirir las condiciones para seducir a las inversiones y a la población objetivo. Sólo en ese momento podremos asegurar un desarrollo ordenado de manera sostenible

El urbanismo

Política social, económica y medioambiental.

Por: Vanessa Carmona Berrio
Aunque la apariencia física y el funcionamiento de la ciudad constituyen el objeto tradicional del urbanismo, la población y los recursos económicos de la ciudad son también elementos importantes a considerar. Es por esto que el urbanismo contemporáneo, además de seguir ocupándose del diseño físico, aborda de la misma forma las muchas decisiones socioeconómicas de largo alcance que deben tomarse. Una ciudad presenta necesidades sociales y cuenta con un determinado capital económico. El gobierno local actúa como agente comprador para muchos de los servicios que los residentes y los negocios necesitan: educación, suministro de agua, protección policial, servicio de bomberos y entretenimiento, entre otros. La calidad, carácter y eficacia de estos servicios requieren que la planificación ajuste las necesidades y los deseos con el cambio tecnológico y con los objetivos de desarrollo físico. El urbanismo, además, debería intentar proporcionar una vivienda digna (y una mínima ayuda económica) a los habitantes que no puedan cubrir esta necesidad básica. Cuando las viviendas locales son deficientes y los recursos económicos permiten mejorarlas, el departamento de urbanismo puede inspeccionar las condiciones de las viviendas y coordinar los fondos para financiar su desarrollo y rehabilitación. El desarrollo económico de la ciudad queda también englobado dentro del ámbito del urbanismo. Los planes de desarrollo económico se valen de una mezcla de incentivos, asistencia técnica y publicitaria para crear empleos, establecer nuevas industrias y negocios, ayudar a las empresas ya existentes a prosperar, rehabilitar lo que es salvable y dar una nueva orientación a lo que no se puede salvar. El desarrollo económico, sin embargo, debe ir más allá de la empresa y de la facilidad de llegar a los trabajadores. En un entorno tecnológico de rápida evolución, con frecuentes cambios globales en las relaciones laborales, los trabajadores cualificados necesitan nuevas capacidades y el personal no cualificado necesita algún tipo de preparación. La formación laboral constituye una parte necesaria dentro de la estrategia del desarrollo, en especial en lo que a los ciudadanos pobres y sin empleo se refiere. La programación de las inversiones es el instrumento presupuestario que utilizan los urbanistas para fijar la construcción y financiación de las obras públicas. Proyectos como la mejora de la red viaria, la iluminación de las calles, los parkings públicos, y la compra de terreno destinado a espacios al aire libre, deben ser estudiados y clasificados en función de sus prioridades. Un programa anual establece las prioridades para los años siguientes entre los proyectos necesarios para poner en práctica el plan global y reemplazar la infraestructura obsoleta.


El movimiento de renovación urbana que tuvo lugar tras la II Guerra Mundial no tomó en consideración los altibajos cíclicos de los barrios urbanos. Desde esa época hasta la década de 1960 se pensó que si una función económica como el comercio o la industria fallaba, todo lo que se necesitaba era eliminar lo existente y limpiar el terreno para una posterior utilización. En muchos casos el nuevo desarrollo nunca se produjo. Se hizo caso omiso de las múltiples fuerzas que afectan a este tipo de cambios, o bien dichas fuerzas no fueron analizadas de forma convincente. Los urbanistas de hoy entienden que una ciudad se ve afectada por fuerzas económicas regionales, interregionales, nacionales e internacionales y que la efectividad de los planes para producir la viabilidad económica de una ciudad depende del correcto análisis e interpretación de estas fuerzas.

LAS CALLES PEATONALES

– Se producen cuando toda la plataforma vial se dedica exclusivamente al quehacer peatonal. Sólo se permite su uso por parte de vehículos de emergencia o de carga espacial (mudanzas, basura, dinero).

• Espacios que surgen a partir de la vialidad y que se unen a otras zonas comunes de una ciudad para configurar un escenario principal de la vida pública. Ofrecen un medio para el desplazamiento de las personas lo que condiciona su diseño.

• Una calle no puede ser entendida exclusivamente como una superficie que sirve a la función transporte.
– Contemplar, respetar y realzar
– lugar de encuentro, de esparcimiento y hasta de identificación, si ellas consiguen generar ambientes que reflejan un espíritu urbano peculiar.

• Luego, los espacios frecuentados por grandes cantidades de peatones suelen
ser los espacios privilegiados de la ciudad, ya sea por sus características físicas y paisajísticas o por el nivel de la actividad comercial del entorno.

• Plazas
– Generalmente las plazas ya existen cuando corresponde diseñar algún elemento de infraestructura vial urbana. La creación de una plaza es el comienzo de una relación de la comunidad consigo misma. Su destrucción o menoscabo puede significar costos que no pueden ser compensados. Todo diseño debe considerar la posibilidad de favorecer el ambiente creado por una plaza.

• Plazoletas
– Espacios discontinuos de un tamaño que constituye algo más que un ensanche local de la sección de la vía y que ha sido aprovechado para instalaciones de ornato

• Paseos
– Franjas verdes que pueden estar ubicadas entre calzadas principales o entre éstas y calles laterales de servicio. Se distinguen de medianas por ser más atractivas a la actividad peatonal: desplazamiento, descanso y recreación. Su ancho debe ser tal que el peatón sea incentivado a cruzar las calzadas que los separan (mínimo 9 m y en lo posible 2 o 3 veces más anchos que las calzadas que los bordean).

• Sección Transversal
– Una franja peatonal debe ser homogénea sin irregularidades que signifiquen peligro.
Si por estética éstas son inevitables, deben destacarse con baldosas de otro color, pero el detalle no debe sobresalir de la línea continua de su perfil.

– La pendiente debe ser constante con un mínimo de 2% para revestimientos lisos y un máximo de 4% cuando las franjas elevadas (anden) no tiene revestimiento o éste es muy rugoso.

• Elevación
– La pendiente longitudinal reduce la velocidad de los peatones significativamente a partir del 5%.
– Con un 10% de pendiente desfavorable dicha reducción llega al 30%.
– La pendiente longitudinal del anden es aproximadamente la de la vía, salvo
cuando sea necesario salvar un desnivel ocasional. En estos últimos casos se
pueden usar rampas, escaleras u otros dispositivos.



Julián Alexander Muñoz Gómez
Tomado de Ingeniería de Tránsito – CI53G
DISEÑO ZONAS PEATONALES

Espacio público

Por: ELiana Gomez Orrego


El espacio público es el escenario de la interacción social cotidiana, cumple funciones materiales y tangibles: es el soporte físico de las actividades cuyo fin es “satisfacer las necesidades urbanas colectivas que trascienden los límites de los intereses individuales”. Se caracteriza físicamente por su accesibilidad, rasgo que lo hace ser un elemento de convergencia entre la dimensión legal y la de uso. Sin embargo, la dinámica propia de la ciudad y los comportamientos de sus gentes pueden crear espacios públicos que jurídicamente no lo son, o que no estaban previstos como tales, abiertos o cerrados, por ejemplo espacios residuales o abandonados que espontáneamente pueden ser usados como públicos. Existen también espacios de propiedad privada pero de uso público como los centros comerciales que son espacios privados con apariencia de espacio público.
También es el lugar donde cualquier persona tiene el derecho de circular, en oposición a los espacios privados, donde el paso puede ser restringido, generalmente por criterios de propiedad privada, reserva gubernamental u otros. Puede ser espacio de propiedad pública, dominio y uso público.
El espacio público moderno proviene de la separación formal entre la propiedad privada urbana y la propiedad pública. Tal separación normalmente implica reservar desde el planeamiento, suelo libre de construcciones (excepto equipamientos colectivos y servicios públicos) para usos sociales característicos de la vida urbana (esparcimiento, actos colectivos, transporte, actividades culturales y a veces comerciales, etc).
Por eso este tiene además una dimensión social, cultural y política. Es un lugar de relación y de identificación, de manifestaciones políticas, de contacto entre la gente, de vida urbana y de expresión comunitaria.
El espacio público supone, pues, dominio público, uso social colectivo y diversidad de actividades, características entre las que existe gran cantidad de posibilidades hasta llegar al extremo del espacio virtual en internet, que se configura actualmente como un espacio público no físico pero de gran importancia.
El espacio público abarca, por regla general, las vías de circulación abiertas: calles, plazas, carreteras, parques, así como ciertos edificios públicos, como estaciones, bibliotecas, escuelas, hospitales, ayuntamientos u otros, cuyo suelo es de propiedad pública.


Conceptualización del espacio Público
En una revisión histórica del concepto de espacio público se reconoce a Aristóteles como el responsable de iniciar el reconocimiento de éste, como ese espacio vital y humanizante donde la sociedad se reunía para compartir sus opiniones, evaluar propuestas y elegir la mejor decisión, se vislumbraba así un espacio público político, Padua, 1992.
El concepto ha ido evolucionando, para Joseph, 1988, son aquellos espacios donde se desarrolla una faceta de lo social que hace posible observarnos a nosotros mismos como sociedad y cultura.
En la actualidad el espacio público tiene un carácter polifacético que incluye desde los andenes, donde la socialización es aparentemente simple, hasta los escenarios que concuerdan con lo que Marc Augé, 1994, define como "lugares": "lugar de la identidad (en el sentido de que cierto número de individuos pueden reconocerse en él y definirse en virtud de él), de relación (en el sentido de que cierto número de individuos, siempre los mismos, pueden entender en él la relación que los une a los otros) y de historia (en el sentido de que los ocupantes del lugar pueden encontrar en él los diversos trazos de antiguos edificios y establecimientos, el signo de una filiación.
La etnología y la geografía han mostrado ya muchas veces la estrecha relación existente entre la organización social de los grupos humanos y la manera como estos conciben y construyen su hábitat; "la organización del espacio habitado, no es solo una comodidad técnica, sino que como el lenguaje, la expresión simbólica de un comportamiento globalmente humano. Leroi, Gourhan, 1965. (1)
Los diferentes paisajes, inclusive los urbanos, son el resultado de la práctica ancestral de usos específicos, ejercidos sobre un territorio determinado, y corresponden a una organización espacial, relacionada con un conjunto de costumbres sociales, mentales y técnicas, que con el devenir del tiempo han producido formas características en las cuales se puede reconocer la huella o envolvente cultural del grupo, de tal manera que es posible diferenciarlo de otros grupos étnicos. El paisaje es pues el producto de la cultura del grupo que lo moldea y lo habita.
Dado que el paisaje es la parte visible de un sistema territorial funcional, vivo y en evolución permanente, se le puede considerar cultural por ser el producto del genio humano, o como ya se dijo de la cultura de un grupo, pero también por producir culturalidad entre los que intentan entenderlo.
El paisaje urbano alude al paisaje de las ciudades, y dentro de estas, a los espacios abiertos y los elementos que los conforman. Los espacios abiertos corresponden a los lugares donde la gente se congrega a caminar, a pasear, algunas veces a comprar, a montar en bicicleta o a conducir; son los espacios de encuentro y participación en la vida comunal del espacio reconocido como ciudad. Y por supuesto, son también áreas donde la naturaleza impone su dominio: ríos, montañas, fuertes laderas, etc., dentro de la ciudad.
El espacio urbano, en la planificación concebida con los principios funcionalistas, se manifiesta como la expresión de la polaridad de los espacios internos y externos que no obstante obedecen a leyes semejantes, no sólo en su función sino también en su estructura. En este modelo de planificación, la vivienda, la industria, las zonas comerciales, los espacios verdes... se separan físicamente conectándolos mediante una extensa red de calles, C.E, 1990.
El término espacio público se ha convertido hoy en una expresión común: técnicos, legisladores, gobernantes, comerciantes y "el hombre de la calle", identifican así el espacio al cual se puede acceder sin restricción alguna y donde es posible la expresión de sus derechos y de sus obligaciones en el escenario de sus diarias vivencias; el planificador, en muchos casos, se limita a considerarlo como el definido en una serie de leyes, decretos, resoluciones y acuerdos, que lejos de enriquecer el tema, parecen minimizarlo de una forma tal, que olvida no sólo el valor cultural del concepto sino aún las funciones que hacen de éste un concepto integrador del hombre como ser vivo y como ser social.
Más allá de la aparente contraposición entre lo público y lo privado, se establecen una serie de relaciones, de composiciones, de complementariedades y de subdivisiones entre el uno y el otro, que es necesario entender, con el fin de percibir la relación sistémica de lo que realmente es la espacialidad urbana.

Urbanismo:Origen y Significado

Por: Eliana Gomez Orrego

Fráncfort, destruida durante la Segunda Guerra Mundial, la ciudad reconstruyó algunos edificios centenarios que fueron integrados a la "nueva ciudad".
El término "urbanismo" procede de la palabra latina urbs (‘ciudad’), que en la antigüedad se refería por antonomasia a la capital del mundo romano, Roma. Aparece por vez primera en el diccionario de la Real Academia Española en 1956, donde se define como “conjunto de conocimientos que se refieren al estudio de la creación, desarrollo, reforma y progreso de los poblados en orden a las necesidades de la vida urbana”. Es claro que la idea de poblado no se ajusta a la dimensión actual del urbanismo, siendo la idea de ciudad, en el sentido moderno del término, la que se adecúa más al campo de esta disciplina.
Aunque el término urbanismo se utilizó inicialmente para designar todos los fenómenos de ordenación urbana, a medida que el fenómeno constructivo y edificatorio ha traspasando el espacio propiamente urbano, dicho término ha sido desplazado en la práctica por el de Ordenamiento territorial cuando se quiere hacer referencia a intervenciones en suelos extra urbanos, donde entran en juego intereses supralocales protegidos desde instancias públicas superiores: defensa nacional, carreteras, medio ambiente, etc. En España, el término Ordenación del Territorio se emplea también para la planificación en ámbitos supramunicipales, en los que generalmente existen relaciones funcionales importantes entre los municipios y se aprecia la necesidad de coordinar los planes urbanísticos municipales.
En la actualidad el término urbanismo se aplica a la ordenación urbana; a todos los conocimientos relacionados con la construcción de ciudades o núcleos urbanos, y se distingue del término “urbanización”, el cual está, hoy en día, directamente relacionado con los procesos constructivos, pero no con la ordenación urbana. El término ordenación del territorio se utiliza, en cambio, para designar la actividad urbanística orientada a la planificación del suelo interlocal, desde una óptica más amplia de ordenación espacial, abarcando ámbitos de carácter rural.
El urbanismo es la disciplina que tiene como objetivo de estudio a las ciudades, desde una perspectiva holística enfrenta la responsabilidad de estudiar y ordenar los sistemas urbanos. El término actual concretizado -Urbanismo- procede del ingeniero español Ildefonso Cerdá. Es una disciplina muy antigua, que incorpora conceptos de múltiples disciplinas y un área de práctica y estudio muy amplia y compleja. Según algunos, sería una ciencia que se encuadraría dentro de las ciencias sociales (geografía, sociología, etc.) y, según otros, sería un arte, asociado tradicionalmente a la arquitectura, es decir, un conjunto de saberes prácticos que proporcionan las bases fundamentales para resolver los problemas de las ciudades; en esta dualidad se vislumbra el carácter descriptivo y explicativo del urbanismo como ciencia frente al carácter prescriptivo del urbanismo como arte, aunque ambos enfoques necesariamente se retroalimentan mutuamente.


Brasilia, construida con el fin de crear una gran ciudad en el interior de Brasil y así dejar la vocación exclusivamente costera de las ciudades del país.
La propia complejidad del objeto ciudad explica la complejidad de enfoques del urbanismo según se ponga el énfasis en la forma y disposición de la ciudad o en la dinámica de las actividades económicas, sociales y ambientales que se desarrollan en ella. El urbanismo actúa a diversas escalas, desde el diseño urbano, encargado de diseñar el espacio público y los elementos que lo configuran (desde la escenografía edilicia al mobiliario urbano), hasta la Planificación urbana, que define el modelo de desarrollo de la ciudad, pasando por la Gestión urbana, que define cómo se ejecuta lo planificado. La dimensión jurídica del urbanismo es muy importante, especialmente en su actividad de planificación urbana, ya que su ámbito de actuación incluye objetos con diferente status jurídico, como bienes comunales y propiedades públicas y privadas. De esta forma, los planes urbanísticos quedan normalmente supeditados a un marco legislativo específico sobre la propiedad del suelo y los derechos de uso asociados a los distintos regímenes de propiedad. En cualquier caso, el plan urbanístico siempre tiene un contenido que va más allá de lo jurídico, pues incorpora los elementos técnicos, políticos, económicos, sociales y ambientales que definen un proyecto de ciudad.