miércoles, 3 de junio de 2009

EL DESARROLLO DEL URBANISMO EN LA ANTIGUEDAD

El que quiera entender la realidad ética de la ciudad actual, sus problemas, sus métodos e instrumentos de planificación, no escapa de confrontarse con su desarrollo histórico. Esto no significa tener que remontarse a los inicios del desarrollo de la ciudad, la ciudad de la sociedad agraria, por tanto de la ciudad de la Antigüedad, de la Edad Media y de los Tiempos Modernos, que hasta fines del siglo XVII actúa caracterizando sus edificaciones, su planta urbana hasta su subdivisión predial. Más aún, determina en gran medida la atmósfera individual de cada una de estas ciudades. Se trata más bien de dar una visión de la ciudad a partir de la primera revolución industrial, es decir, a partir del primer cuarto del siglo XIX.
Las condiciones de la ciudad primitiva, cambiaron radicalmente con la revolución industrial. El violento crecimiento demográfico, facilitado por los avances en la productividad agrícola y en la higiene, hizo crecer las ciudades, cuyas fábricas ofrecían los medios de subsistencia que ya no existían en el campo. Simultáneamente con estos cambios de las características de la población se desarrollaron los medios técnicos para la transformación del medio ambiente. Pero, al mismo tiempo, el Estado se retiró cada vez más de ejercer influencia sobre estos acontecimientos. El liberalismo de Adam Smith basado en la tesis de la "mano invisible", en la cual "los egoismos individuales" conducirían, por último, al ascenso del bienestar común, le dejaba al Estado sólo la tarea de la defensa ante el peligro.
Característica de esta idea básica, es la ley general estatal prusiana en 1794 en que se afirma: que por regla general "cada propietario está facultado, para ocupar sus terrenos con edificios y también para transformar sus edificaciones". Pero a esta libertad en la construcción sigue una restricción, según la cual, para "que los cambios no afecten el bien común, a la estética urbana y los espacios públicos, no se deben realizar construcciones ni transformaciones".
Es evidente, que esta formulación se puede prestar para todo tipo de interpretaciones, lo que individualmente puede conducir a daños, inseguridad y transformación, y que no es tan simple de ser normada.
Con la Revolución Industrial, cambia el rol de la ciudad. Junto con el lugar central, que es sustentado por un entorno agrícola, emerge la ciudad como centro industrial. Conjuntamente se transforman los tamaños de las ciudades y su población crece en forma mucho más violenta que antes.
Cambia también el aspecto formal de la ciudad y las condiciones de vida en ella. En la ciudad burguesa relativamente homogénea de la era preindustrial irrumpe la fábrica, y con esto no sólo un nuevo elemento, sino que también una nueva escala. La ciudad burguesa se transforma en gran medida en la ciudad obrera, la separación espacial del lugar de residencia y de trabajo es algo normal y fuera de las fortificaciones reconocidas ya como inútiles, ésta se expande en forma desordenada hacia la periferia.
No es este el lugar para entrar en consideraciones sobre expresiones formales a la solución del problema, como las manifestaciones de Owen con sus conjuntos habitacionales para 100 personas o el Falansterio de Fourier y el Familisterio de Godin, pero sí se puede decir, que se reconoce una vertiente de la cual la planificación urbana de décadas posteriores concibe la aspiración hacia una forma urbana que tuviese mejores condiciones para el bienestar de los seres humanos, que la ciudad de la incipiente era industrial.
Obviamente estas proposiciones resultaban para su época utópicas. El pensar en categorías casi comunitarias y semejantes a un claustro resultaba tan ajeno a la realidad que ellas quedaron en el olvido; sin embargo, se puede reconocer en el posterior desarrollo de la planificación urbana, el espíritu de esta idea.
La realidad de la gran ciudad en la mitad del siglo XIX era muy distinta: déficit habitacional, miseria, alta densidad, falta de áreas libres, condiciones higiénicas primitivas. La caracterización de Dickens sobre la Coketown, las imágenes de Dore de Londres, los informes de Engels sobre las clases trabajadoras en Inglaterra, aclaran la situación.
El desarrollo urbano entregado al libre mercado o a los mecanismos del libre mercado no seguía ningún principio de orden básico. Las decisiones constructivas y de desarrollo urbano calculadas a corto plazo, y motivadas desde la empresa privada, sobre lotes individuales, conducían a inversiones a largo plazo, que en muchos casos estaban en abierta contradicción con una estructura urbana -económica coherente- para la cual faltaba todo concepto.
Obviamente había algunos casos ejemplares como la Ring Strasse de Viena o la Renovación Urbana de la City de París por Haussmann, como también la reconstrucción de Hamburgo tras el incendio del año 1882. Pero éstas eran sólo expresiones superficiales que no tuvieron resonancia en el problema estructural.
Con mucho mayor claridad aparece el juego del libre mercado en el desarrollo de Estados Unidos de América, sobre todo cuando allí faltaban las raíces históricas (con algunas excepciones como Philadelphia). A esto se agrega el hecho de que "la ciudad" no contaba aquí con una muy buena imagen. Conocidas son las declaraciones de Jefferson al respecto, quien veía en el agrario el gran futuro. "Si nos amontonamos en grandes ciudades como los europeos, nos transformaremos en seres corruptos, tal como ellos lo son y nos devoraremos unos a otros" . Esto no es un fenómeno casual o excepcional sino una profunda animadversión de los americanos contra la ciudad, que se percibe hasta muy avanzado nuestro siglo.
A fines del siglo XIX se perciben las reacciones en Inglaterra y Francia para mejorar las condiciones higiénicas de la ciudad, a través de normas legales o a través de modelos antagónicos. El "public Health Act" del año 1848, las ciudades obreras de Saltaire y Ackroydon; la Cité ouvriere de Moulhouse se pueden nombrar en este contexto.
El desarrollo posterior sólo puede ser tocado aquí en líneas muy gruesas. Importante para su comprensión es el hecho de que hasta fines del siglo pasado casi no se puede hablar de una planificación urbana como un área de trabajo homogénea, ni hablar de una disciplina con sentido científico, más bien, se trata de varias tendencias que en su reacción a los problemas de la época tienen alguna semejanza, pero que nacen de motivos y objetivos distintos.
Por un lado la idea de formar la calidad de los edificios (fuego, estructura, accesibilidad) la higiene y técnica de calles y de la infraestructura en general (agua, luz, gas, alcantarillado).
Por otro lado, el "Engagement" de los reformadores sociales, en camino de transformar la sociedad a través de la transformación del medio ambiente, bajo un modelo más bien paternalista que revolucionario.
Por último la participación, el aporte del arquitecto que quería vencer, superar la fealdad, el desorden, la falta de espíritu de la ciudad industrial, mediante la belleza y la armonía de las nuevas construcciones.
Que el arquitecto haya sido nombrado en último término, obedece a un problema cronológico. En realidad pasaron 13 años hasta la publicación (1889) de una de las obras que habría de marcar un hito en su época, El urbanismo de acuerdo a sus principios artísticos, de Camilo Sitte (. Con él se inicia un capítulo del urbanismo, donde se le da la importancia formal al diseño de la ciudad, que había sido muy olvidado.
Pero no sólo fue el diseño tridimensional de la ciudad el que adquirió mayor importancia a partir de 1890, sino también su estructura de uso, en otras palabras, la distribución espacial de vivienda, trabajo, servicios comunitarios y superficies libres -por nombrar las categorías más importantes-.
Por un lado quedó claro que la expansión urbana hacía retroceder cada vez más el espacio natural y que el mercado sólo mantenía superficies libres de edificios en corto plazo, con un propósito especulativo, que obviamente no mantendría a un largo plazo. De esta manera, y así lo conocemos hoy, recayó la tarea de asignar superficies libres en el Estado. Además resultaron una serie de deficiencias de este desorden entre habitar y trabajar. Para prevenirlos se desarrollaron instrumentos legales, como normas a través de los cuales podrían ser delimitados usos diferentes y en diferentes áreas.
Este paso hacia la incipiente normalización marca a su vez una nueva relación con el mercado. Si era hasta ahí la línea de edificación el marco de referencia legal, la forma para la inversión privada, la normativa, lo limitaba también en forma material. Con lo cual las reglas de juego están dadas desde un principio. Este nuevo elemento en la planificación lleva, sin ninguna duda, a una concepción general de ordenamiento de todo el territorio urbano que, a comienzos del siglo encuentra un reflejo normativo en el Plan Regulador o también bajo otros nombres semejantes.
Mientras tanto, también ha ganado terreno en el campo de la planificación estructural, la teoría urbana. En 1898 aparece el muy influyente escrito de Ebenezer Howard, Garden Citys of Tomorrow, que en muchos casos fue muy mal entendido debido a la etiqueta comercial que tenía en ese momento la ciudad jardín.
Si bien se propone un concepto estructural, y un plan en el cual cada casa tiene su jardín, esto resulta básicamente secundario. Lo importante en el planteamiento de Howard es el desarrollo planificado de nuevas ciudades con todos los lugares de trabajo necesarios. Y de equipamiento, con un tamaño suficientemente grande, para permitir una vida urbana independiente, pero lo suficientemente pequeño para poder tener una visión de conjunto y para que las diferentes áreas pudieran ser alcanzadas a pie, de manera de nuevamente aunar las ventajas del campo y la ciudad.
Sus muy profundas reflexiones sobre la base financiera de la ciudad se originan en la idea de que el suelo urbano tuviese a la larga una propiedad comparativa y que fuese hereditario. Son estas ideas básicas las que representan la fundación de Letchworth en 1909 y Welwyn en 1919 y que más tarde se verán reflejadas en el New Town Act de 1946, base de la idea de las New Towns inglesas.

Por: Sebastian Villa

Arquitectos! Hagamos poesía…

Texto de Germán del Sol.
“Vivir poéticamente es estar disponibles para ver el bien y olvidar el mal que hay en las personas y las cosas. Los arquitectos hemos de estar disponibles para dar casas, calles y plazas, donde cada uno pueda ver reflejado, el esplendor que tiene la condición humana aún con todas sus miserias. Porque el hombre y la mujer buscan un más allá, que trascienda el puro sobrevivir. La buena arquitectura está en los lugares que son más fecundos para la vida humana; no es fruto de argumentos intelectuales. Para mí ser un arquitecto contemporáneo no consiste tanto en buscar la permanente innovación, sino en volver atrás a los orígenes tanto como se pueda, para tratar de hacer las cosas otra vez un poco mejor.

Creo que el arquitecto no es un creador, sino alguien que descubre y recolecta los bienes que están ocultos u olvidados, en la naturaleza y cultura de un lugar, y que los hace presente en una obra irrepetible. No podemos cambiar el mundo, pero al menos podemos cambiar lo que hacemos de él. La arquitectura es un oficio que se aprende probando ideas que puedan ser útiles, sin temor a equivocarse; cambiando siempre un poco aquí y allá, sin apegarse a los aciertos, para mostrar con gracia la diferencia que puede hacer cada uno con sus manos.

La buena arquitectura no está en la forma, sino en el vacío, en el aire que contiene lo que no vemos ni podemos nombrar, las cosas queridas u olvidadas, los sueños posibles e imposibles, las cosas imaginadas o temidas, el lugar al que miramos con esperanza cuando estamos distraídos o apenados. La arquitectura puede llenar ese vacío de sugerencias, hacer que allí aparezcan, el misterio que existe y que no se ve, o las cosas importantes de la vida, por ejemplo, el silencio no interrumpido, o el canto de pájaros al amanecer,
un ambiente dedicado al trabajo, o a la oración recogida; el frío de una sombra,
o los pasos, o la voz, de las personas que uno quiere...

La buena arquitectura es mucho más que la simple construcción que nos ocupa tanto. Es el fruto de los pueblos que conservan y aprecian los objetos de su cultura material, sus costumbres y sus ritos, para aprender de ellos el fervor con que están hechos, y no para cuidar la apariencia engañosa de las cosas.


Por: Fernely Almanza Valencia

EL PARQUE URBANO, UNA NECESIDAD DE TODOS

Por: DIANA RODRIGUEZ

¨Según el Génesis Dios creó el edén, un lugar que simbolizó el orden y la armonía y que ha inspirado a escritores, poetas y artistas con la visión de un mundo más perfecto que el suyo. El jardín de edén nunca ha sido descubierto, pero su ideal persiste en la memoria y tal vez, como lo apunta el historiador John Prest, la incapacidad de encontrar el paraíso perdido fue la que marcó en Occidente los inicios de los jardines botánicos¨
En el proceso de evolución de Medellín, y en razón de su localización geográfica, su altitud y condiciones climáticas privilegiadas, cabe pensar en el parque urbano que no entró en consideración durante su planeación, como lugar de esparcimiento y oasis verde tan necesario en cualquier ciudad.
El espacio lleno y vacío, que por ser partes opuestas de un mismo conjunto, tienen igual importancia, se ha des balanceado a favor del lleno. Tan importante es el espacio construido que nos cubre como aquel espacio libre hacia el que miramos. La función del interior debe tener relación con el exterior.
El paisaje urbano se compone tanto de sus edificaciones como del espacio público, donde las calles, las aceras, el amoblamiento urbano, entre otros, hacen parte del entorno. Pero lo más importante estaba antes de que el hombre pensara en sus aportes: el panorama dibujado por los árboles, los jardines, el azul del cielo, el viento, el sol y el agua. Sin embargo no le damos al espacio natural el lugar que merece y se aumentan las construcciones indiscriminadamente, en detrimento del paisaje.
¨Cuando centros comerciales reemplazan el espacio público como lugar de encuentro, es síntoma de que una ciudad esta enferma¨. Al respecto es alucinante ver como un centro comercial se implanta en un sitio que antes se llamaba la Aguacatala e invade prácticamente con su mole el nuevo puente que pasa a su lado. Esto tiene que ver también con el ritmo acelerado en el que se rigen las construcciones y que obedecen principalmente a intereses económicos.
Por ahora nos hemos salvado de proyectos como el del segundo piso vial para Medellín, propuesto para ¨descongestionar¨ el flujo vehicular, financiado en parte por un peaje para quien pudiera pagarlo, olvidando que debajo de ellos se crean espacios oscuros y frecuentemente mal utilizados con ventas ambulantes, grafitis, basuras, etc. No hemos podido evitar otras construcciones, como el Parque de San Antonio que debió ser más parque que plaza en un sector que lo necesitaba y ya estaba afectado con el trazo de la avenida oriental.
La plaza de las luces ha reemplazado lo que pudieron ser árboles por postes y quizás las nuevas generaciones nunca se enteren de que ésta, alguna vez, fue la Plaza de Cisneros donde anteriormente bajaban madrugados los silleteros a vender sus flores. Solo el edificio del ferrocarril de Antioquia es testigo mudo de la transformación que tuvo su vecino.
Un parque para la ciudad no debe pensarse como un espacio forzado o sobre diseñado según las modas pasajeras. Además de proporcionar disfrute a la comunidad, su función contribuye a la ecología, a la salud pública, baja la contaminación, aporta al cambio climático, ayuda a disminuir la explotación indiscriminada del suelo y su resistencia. Los parques urbanos pueden llegar a ser una gran red que se teja entre los barrios de todos los estratos, el comercio, los edificios públicos y privados, las calles, las esquinas. Un lote baldío o una construcción en mal estado significan la oportunidad para crear un pequeño parque. Cualquier proyecto, grande o pequeño, es responsable de aportar a la ciudad el área verde y el paisajismo que neutraliza el espacio construido.
No son solamente las canchas o espacios destinados a l deporte los que deben conformar un parque. Se necesitan grandes áreas de césped, árboles, agua, senderos peatonales, flores, además de un amoblamiento urbano que permita oír un concierto al aire libre o tomarse un refrigerio, leer, conversar, jugar, caminar o simplemente contemplar el paisaje. En cierta forma las ciclovías han venido a compensar –el día domingo- esta necesidad.
Existen en Medellín muchos aportes para la recuperación del espacio como es el jardín botánico, un ícono en la ciudad; la cárcel de la Ladera convertida en Parque Biblioteca; el Museo de Antioquia, entre otros. Todos ellos contribuyen a la progresiva rehabilitación de sectores deprimidos. Tenemos un pasado, una memoria urbana que en muchos casos es recuperable y en otros dará paso a nuevas y necesarias soluciones. Rodearse de un ambiente bello y natural aporta calidad de vida como se puede ver con los nuevos Parques Biblioteca, el Metro Cable, los nuevos colegios desarrollados en el taller de La Ciudad y muchos otros que vendrán con los proyectos Urbanos Integrales (PUI).
En los preparativos para la asamblea del BID vimos hombres sembrando, limpiando y cuidando la ciudad como la mejor muestra de nuestros recursos humanos y naturales. Estos ejemplos nos llegan de otras culturas y ciudades donde es prioritario el tema del desarrollo con relación a su medio ambiente, lo que demuestra su grado de civilización. De nosotros depende que esta imagen perdure; somos floricultores por tradición y la variedad de especies en flora y fauna son razón de orgullo, por algo somos la ciudad de la Eterna Primavera.
La arquitectura del paisaje es imprescindible a la hora de realizar un proyecto. Paisajistas, arquitectos, constructores, docentes, departamentos del medio ambiente y oficinas de planeación, están comprometidos a promover y apoyar las propuestas más respetuosas con la naturaleza.
No se puede negar que el mantenimiento de áreas verdes implica trabajo y vigilancia para evitar el vandalismo y propiciar la seguridad de sus visitantes. Pero la contemplación del paisaje, el disfrute de zonas verdes y aire libre, no puede ser un privilegio de pocos, es una necesidad de todos y si es verdad el enunciado de Aristóteles que ¨El Arte Imita La Naturaleza¨ es por que el ideal es benéfico y deseable.
Por Ana María Zapata Caicedo
Arquitecta

LA PODEROSA FUERZA PACIFICADORA DEL URBANISMO

Autor: Arquitecto Juli Capella

Toda ciudad está asociada a un tópico. Cada conglomerado urbano se
acaba identificando con alguna referencia que alcanza reconocimiento de
ámbito local o incluso se propaga hasta el rango internacional. París es la
ciudad del glamour, Milano de la moda, Hong Kong es el comercio, Atenas fue
la cuna de la cultura, Detroit del automóvil, Rio el paraíso del ocio,… de
Barcelona dicen que somos la ciudad de la arquitectura y del diseño, y Gaudí
su santo mentor. Desgraciadamente a Medellín se la conocía como la ciudad
de la violencia y la droga, pero las cosas están cambiando radicalmente. Las
ciudades también quedan marcada por sucesos, por ejemplo Nurenberg por su
famoso juicio contra el Nazismo, Hiroshima por la bomba atómica, Kyoto
famosa por sus templos ahora es la ciudad del protocolo ecológico
interncaional, Davos por concentrar a los mas poderosos del planeta, y Porto
Alegre ha creado una imagen simpática por crear unos presupuestos
participativos y atreverse a capitanear otro mundo mejor, por tanto los
fenómenos y la voluntad de las ciudades van cambiando con el tiempo y
adquieren nuevas connotaciones si así se lo proponen.
Creo que Medellín puede acabará siendo considerada como una ciudad
“del milagro urbanístico”. Al menos a los ojos de un ciudadano barcelonés
tras una breve pero intensa visita por sus entrañas. Atisbo una mutación
positiva que a través de la cirugía arquitectónica está dando un vuelco social
en beneficio de todos los ciudadanos.
Conectar y conquistar
Son muchas las iniciativas que se han arrancado en los últimos años en
Medellín, pero quisiera comentar solo dos, que sin duda son paradigmáticas:
por un lado la construcción del metro cable y por otra la renovación y
peatonalización del centro.
El metro cable tiene por un lado la espectacularidad de su propia fisonomía,
ligada de forma intrínseca a la orografía peculiar de Medellín, para muchos
europeos descubrir como la construcción puede literalmente escarpar
montañas es un hecho insólito, por ejemplo en Cataluña está prohibido
edificar en pendientes de más del 45º y por supuesto nunca en la parte
superior de una ladera para evitar destruir el paisaje. Aquí ante la evidencia
de que el desarrollo edificatorio no había sido controlado, la ghetización se
convierte en un grave problema. Era por tanto necesario “coser” de nuevo los
barrios con el centro y la vez entre ellos. Todos sabemos que comunicación
significa progreso, e incomunicación conlleva aislamiento y marginación.
Nadie considera la ley, si ésta no llega hasta sus puertas, nadie respeta lo
público sino le beneficia.
Pero además de dar un uso utilitario de transporte, el metro cable, ha dado
mucho más: ha repartido dignidad en su trayecto, ha ido humanizando y
dinamizando sus paradas hasta convertirlas en focos identitarios que llenan de
orgullo a la población. Y por último el que la intervención sea con tan alto
rango de buen diseño y una extrema calidad constructiva, representa un
regalo para los más desfavorecidos, digno de una apuesta socializante. No sólo
se da transporte a los necesitados, sino que además se les da con gran
dignidad cercana al lujo. Como si tras tantos años de penurias, ahora les
tocase una generosa recompensa .
Rescatar y dignificar
Las iniciativas en el Centro también son una noticia de vital
importancia, pues sin corazón sano una ciudad no camina. Precisamente el
centro es aquella zona donde se concentran muchos males, pero también las
virtudes de la ciudad. Es el lugar de convivencia por antonomasia, pues nace
precisamente del intercambio y el comercio, del bullicio y el compartir. Pero
no hay que olvidar que es siempre un espacio público y representativo, por
tanto simbólicamente dotado: dime como es tu centro y te diré que tipo de
ciudad eres, nunca falla.
Evidentemente adjudicar al planeamiento urbanístico, por brillante que sea,
como lo es en este caso, el éxito de regeneración social de una ciudad, es
algo exagerado, ciertamente existen muchos otros factores y disciplinas que
han ayudado a tal fin. Pero es sin duda un motor clave, sine qua non. Sólo un
cambio físico, puede inducir otro tipo de transformaciones más espirituales.
En Medellín el plan del centro conjuga sabiamente el mantenimiento de lo
antiguo, pero sabe prescindir de lo viejo. A nadie debe darle miedo derribar,
pues ciertas operaciones requieren amputación para revivir con garantía . Son
acciones concretas de recuperación de plazas, espacios públicos y de ayuda
en la movilidad y el transporte. Y también ofrece espacio al nuevo desarrollo
inmobiliario, como oportunidad de negocio. Pero sin duda de todas sus
estrategias hay una crucial y emblemática: la peatonalización. Sólo la
ocupación del espacio de la calle por la gente puede salvar su abarrotado
centro que se había quedado atascado. Al coche hay que ponerlo en su sitio,
el que le corresponde, pero no puede erigirse, como ha sucedido, en el rey de
la calle y campar a sus anchas arrinconando a la gente y desbaratando el
comercio. El automóvil se ha convertido en Medellín en un auténtico enemigo
del bienestar, por su invasión del espacio, por su constante ruido, por su
enorme contaminación, por causar accidentes… Hay que separarlo
convenientemente del ciudadano. La peatonalización de la calle……… es sin
duda un acierto, que debe multiplicarse. Tal vez al principio alguien pueda
recelar de la operación, incluso los propios vecinos, pero pronto serán los
principales fans y defensores del experimento. En Barcelona, las agupaciones
de comerciantes y los propios vecinos se opusieron con ímpetu a las primeras
áreas peatonalizadas del centro, ahora piden más y más, y a nadie se le
ocurre la posibilidad de volverlas a dejar al albedrío del coche. Son zonas de
gran atractivo comercial y turístico y todos hemos ganado en calidad de vida.
Sé que hay mucha ilusión para hacer de Medellín una ciudad modelo, se
nota en la frescura y talento de su alcalde, que lógicamente no se
corresponde al prototipo de político populista suramericano, sino al gestor
con ideas nobles. Pero también se nota como los ciudadanos han dicho basta
al caos y el miedo, y quieren reocupar su ciudad y vivirla y disfrutarla. De
hecho es suya, y no del Ayuntamiento, es de todos. Y sobre todo se nota que
los responsables de urbanismo han tomado las riendas con decisión y
sabiduría. Han hecho un diagnóstico certero y han sido capaces de estructurar
las operaciones quirúrgicas de saneamiento. Alejando Echeverry nos contaba
las nuevas propuestas en marcha con gran pasión y todos notamos como
cuando el talento tiene vocación social, los milagros suceden. Nosotros
tuvimos el nuestro y en poco tiempo pasamos de ser una ciudad gris,
polucionada e incómoda, a figurar como modelo. Los milagros no existen,
pero vemos como el empeño político y su acción sanadora hacen revivir a
Medellín. Enhorabuena!
Juli Capella
Arquitecto_


Por: Juan Camilo Velez Ortega