lunes, 8 de junio de 2009

LA CIUDAD PARA PEATONES

Publicado por: Andrés Correa

“Es sorprendente que, cuanto mas libremente se mueven los hombres en el espacio e incluso van de paseo a la Luna, menos capaces son de estructurar su lugar de vida en común –la ciudad- de manera que se convierta en una ´patria`. La técnica y el progreso – ambas fuerzas principales para la conquista del espacio – ambas han fracasado en la adaptación de la ciudad a los deseos y necesidades del hombre. Alguna vez creímos (y algunos aun lo creen hoy) que la ampliación, la aceleración, simplemente ´lo mayor`, podía identificarse con ´lo mejor`. (…)
¿Es acaso la ciudad para peatones la respuesta a todos los problemas? De ninguna manera. Sin embargo nos muestra un nuevo camino, liberarnos de la súper-tecnificación, de la idea de una movilidad sin barreras y de la velocidad. Es la posibilidad de alcanzar, de nuevo, una vida agradable en la ciudad.”
La ciudad que dejó el movimiento moderno es una ciudad funcionalmente correcta, en la que los componentes son claramente definibles y actúan por relación. Pero la morfología urbana resultante ha sido objeto de crítica en los últimos años. Se ha señalado cómo la urbanística racionalista del movimiento moderno concibió los bloques de vivienda en altura para liberar el suelo, para dar paso a jardines y hacer de la ciudad un parque, pero resulto que en esta concepción se destruyó la forma urbana, la configuración (y por consiguiente, la lectura) de la calle y de los espacios públicos. La ciudad perdió su capacidad significante y potenciadora de relaciones sociales. No toda la ciudad moderna fue hecha así, pero la disolución de la forma afectó la concepción de la ciudad, la cual se redujo a un problema de trafico y de disposición de bloques de edificios en serie: se pensó tan solo en las infraestructuras viales y nunca en el peatón, pues pensar en el era retrógrado y contrario al desarrollo tecnológico del momento.
Mas aún, la ciudad moderna no propició la construcción y el goce del espacio publico. El movimiento moderno lo concibió como un vacío informe circundando los edificios, destinado a contener las circulaciones vehiculares, sin asignarle en ningún caso una forma legible, por lo cual se hizo algo que no abriga, ni acoge, ni mucho menos configura recorridos.
En efecto, la necesidad de transportarse a grandes distancias en breves periodos de tiempo, generó que el hombre se aislara del entorno urbano en su vehículo. La ciudad se convirtió así en un conjunto de imágenes creadas por la perspectiva del vehículo, apenas usadas como ubicaciones. La ciudad como experiencia sensorial es inexistente, lo que acentúa la sensación de fragmentación del entorno urbano.
El hombre, como ser social en búsqueda de experiencias y encuentros, abandona los espacios de la ciudad en aras de la inmediatez que representan las nuevas formas de comunicación, en especial las virtuales. La ciudad esta perdiendo clientes. Y por muy paradójico que resulte, la solución para contrarrestar esta tendencia a despoblar la ciudad es recuperar sus orígenes, “hacerla nuevamente vivible, recorrible, amigable al ciudadano”.
Sin embargo, es un error pensar la ciudad como escenario exclusivo de los peatones. Una vez que se reconoce la ciudad como escenario múltiple, es necesario pensar en la coexistencia del peatón y el vehículo en el entorno urbano, la suma de múltiples velocidades que generan la complejidad del espacio público. Una estrategia contemporánea y eficaz sobre el espacio público deberá ocuparse de las relaciones entre vehículos y peatones con el fin de generar el máximo de situaciones, añorando la capacidad natural de la calle de congregar a los individuos, pero maximizando la riqueza de situaciones que se presentan en la convivencia de peatones y vehículos en el tejido urbano.
Cuando se piensa en la ciudad para peatones se piensa en los encuentros masivos de todo tipo, en configuraciones y diseños que inviten al disfrute del peatón, en la que este tiene prioridad sobre el vehículo. No se trata de vías exclusivamente peatonales, pero si de trafico vehicular controlado, de forma que se reconozca la calle como espacio público peatonal, que se acepten las posibilidades del sistema vehicular y peatonal, así como su potencialidad de ser “estructuras interactivas en la gramática de la construcción de la ciudad”.
La calle, adaptada a la escala humana, se constituye en elemento fundamental de interacción de los habitantes de la ciudad, entendiendo la calle no desde una perspectiva puramente funcional, sino con todos los matices que la vida social connota, incluyendo el hecho de identificarse plenamente con la ciudad por medio de los lugares que se (re)conocen a través de loa recorridos. Propone la calle como el espacio publico por excelencia, donde la vida urbana juega con todas las manifestaciones y mezclas propias de la ciudad. La ciudad para peatones es una ciudad de calles, y en consecuencia, de plazas.

1 comentario:

  1. Este semestre, aunque se trato de rescatar el espacio publico para el peaton que va caminando creo que tambien es necesario pensar en aquellas personas que van en los vehiculos que es cada ves mas y pensar en la arquitectura como un medio cuyo fin es tambien amenizar el pasar de esas personas

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